El proveedor es aquella persona o empresa que abastece de lo necesario para la realización de una actividad a otra empresa o cliente.
Ninguna empresa es autosuficiente para producir ella misma todo lo que necesita para ofrecer al mercado el producto que fabrica o el servicio que presta, por lo que necesita adquirir a otras empresas los productos o servicios que le son necesarios.
Estamos viviendo en estos momentos una crisis mundial por la falta o escasez de determinados productos; el más claro ejemplo lo tenemos en la fabricación de automóviles y camiones debido a la falta de microchips lo que hace que la producción esté bajo mínimos.
Así pues, la relación entre los proveedores y sus clientes es tan estrecha y necesaria que no se concibe la existencia del uno sin el otro.
Decía un gran transportista, buen amigo mío, que su empresa no habría podido crecer si no hubiese sido por sus proveedores. El trato que les deparaba, aunque era duro en las negociaciones, era tan cordial que muchos de ellos llegaron a ser de él buenos amigos. No consintió jamás ningún tipo de deferencia personal y cuando cerraba un trato lo celebraba invitándoles a comer.
Era, desde luego, la postura más inteligente, porque de esta relación cordial y de respeto mutuo, salían beneficiadas ambas partes, desde luego, nada parecida a la que mantiene AECOC, asociación que agrupa, según ella, a más de 30.000 empresas, entre las que se encuentran los grandes fabricantes y la gran distribución, en relación con unos de sus principales proveedores, los transportistas.
El comportamiento de sus dirigentes, no quiero meter en el saco a las empresas que dice representar, raya en la arrogancia, la desfachatez y el cinismo a partes iguales.
Cada vez que se ha pronunciado en relación con determinados comportamientos denunciados por el sector del transporte, los califican por sí mismos.
Dijeron primero que las operaciones de carga y descarga por parte del conductor les eran compensadas a la empresa de transportes. Luego se pronuncian diciendo que si estas operaciones las tienen que llevar a cabo ellos con sus propios medios, les costaría la fiesta 2.000 millones de euros anuales. En qué quedamos, se pagan estas operaciones o no se pagan.
Trataron de vender al Gobierno que, el aumento de los pesos y dimensiones de los vehículos favorecería la competitividad, reduciría la huella de carbono y encima, tanto los transportistas como ellos saldrían económicamente beneficiados; el cursi “to win to win” que repetían machaconamente, tras el que se escondía el “to pa mi”, porque está claro que, si se incrementa la oferta de transporte al aumentar la carga útil del camión, los precios caerán en picado todavía más.
No hablemos ya de los tiempos de espera, sin justificación alguna, que debe soportar el transportista en la carga o descarga del vehículo y la nula atención que se dispensa al conductor en los centros donde se realizan estas operaciones.
Podía seguir con los abusos que constituyen los llamados ténder, que no son sino una desvergonzada subasta a la baja del precio del transporte.
Total que según las manifestaciones vertidas por AECOC, a los proveedores de lo que ellos consideran un servicio esencial, que lo es, se les trata como un felpudo.
Y por último, tras los acuerdos alcanzados por el Comité Nacional del Transporte y el Gobierno, donde se establecen medidas para tratar de eliminar estos abusos, AECOC está haciendo lo imposible para retorcerle el brazo al Gobierno, calificando las medidas casi de apocalípticas, y que el Real Decreto donde se deben sustanciar estos acuerdos salga descafeinado y carente de utilidad práctica.
¡Qué poca vergüenza!
Manuel Perezcarro Martín
Secretario General FROET
Artículo publicado en el número 274 de la Revista FROET En Ruta