La pandemia nos está haciendo vivir una situación totalmente anormal, nada de nueva normalidad como se empeña en decir el Gobierno. Cada día nos levantamos con una sorpresa o con una ocurrencia.
Imposible hacer proyectos, ni siquiera a corto plazo, porque las cosas cambian de un día para otro.
A quien corresponde llevar el timón de la nación está inmerso en la improvisación y en la propaganda y se niega a asumir su responsabilidad en una situación que ha demostrado le desborda.
Mientras la gente se muere y la economía se hunde, el Gobierno está en otras cosas.
Se dictan normas sin analizar sus consecuencias. El “toque de queda”, por ejemplo, afectará de nuevo al sector del transporte y, concretamente, a nuestros conductores, que otra vez se encontrarán con áreas de servicio cerradas en unos horarios en los que se trabaja, sin tener la posibilidad de comer algo o utilizar los aseos.
Se exigen certificados de desplazamiento, pero cada autonomía o ayuntamiento el suyo, por lo que es necesario un papeleo impresionante.
Por otro lado, en lo que a propaganda se refiere, se comprometen ayudas a través del Plan RENOVE, para la renovación de flotas, incluyendo en el mismo al transporte de mercancías por carretera, pero no se admiten las ayudas si lo que se quiere es comprar un camión y nos enteramos el mismo día en el que hay que solicitarlas.
Se habla de lo necesario que es la digitalización del sector, pero no se establece ningún tipo de incentivo para incorporar la carta de porte electrónica o el e-CMR.
El Ministro se compromete a atender las demandas del sector que dieron lugar a la convocatoria de un paro patronal y tenerlas resueltas antes de final de año y estamos en el mes de octubre sin que se haya resuelto ninguno de los puntos a debatir en la denominada mesa tripartita.
La subida del impuesto sobre hidrocarburos es inminente, lo que como mínimo va a suponer para el sector unos costes financieros importantes, sin que se tenga garantizada su devolución a través del gasóleo profesional.
Se implantan en las ciudades zonas de bajas emisiones pero no se facilitan ayudas para la adquisición de vehículos ecológicos para la distribución urbana de mercancías ni se negocian plazos para poderlos incorporar y, además, cada ayuntamiento las regula de forma diferente.
Como diría un valenciano, esto es “la bufa la Gamba”.
Encima, una sentencia anula uno de los requisitos de acceso al sector como es la antigüedad de los vehículos. ¡Qué contrasentido! Cada día el transportista tiene que cumplir normas más exigentes en materia medioambiental y sin embargo, ahora, para acceder al mercado es posible hacerlo con un vehículo de treinta años que contamina lo que no está escrito.
¿Y el transporte de mercancías por carretera se considera un sector estratégico, un sector esencial? ¡Vamos, venga ya!
Manuel Pérezcarro Martín | Secretario General FROET
—– Artículo publicado en la Revista FROET En Ruta nº 259 | NOVIEMBRE 2020 —–