Don José Luis Ábalos actual Ministro del renombrado Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, compareció a petición propia, hace escasos días ante la Comisión del mismo nombre del Congreso de los Diputados, para informar sobre las líneas generales de la política de su Departamento.
Con interés por mi parte, debido a lo que nos toca, leí el contenido de su intervención de cincuenta páginas, para conocer cuáles eran las líneas generales de la política de su Departamento en relación con el transporte por carretera.
Tuve que darle un repaso para ver si me había saltado alguna página, pero no, había leído el contenido íntegro de su exposición.
Pues bien, la comparecencia resultó ser un discurso vacuo, en torno a lo que denomina el señor Ábalos la Agenda Urbana y la Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada, que como nombre queda muy guay, en relación con las carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarril y vivienda.
Una única alusión al transporte de mercancías por carretera la hizo al referirse al ferrocarril que, según el Ministro, debe canalizar, a través de los corredores ferroviarios y de las autopistas ferroviarias, el trasvase de parte del transporte de mercancías desde la carretera hacia este modo mucho más sostenible.
¡Toma castaña!
Nada nuevo bajo el sol. Al señor ministro, el transporte por carretera, como diría su Vicepresidente Iglesias, se la suda.
Lo ha demostrado en varias ocasiones, con desplantes incluidos, y lo sigue demostrando con esa tomadura de pelo en la que se ha convertido la negociación con el Comité Nacional sobre la reivindicación de los famosos doce puntos de noviembre de 2018, concentrados ahora en diez, a los que sigue dando la callada por respuesta.
El señor Ministro está en otras cosas. Lo más cercano que ha estado al transporte por carretera –como han recogido los medios de comunicación- ha sido el de las cuarenta maletas que la señora Delcy Rodríguez trajo a España y hubo que transportar desde el aeropuerto a la embajada de Venezuela y que supervisó personalmente.
Mientras tanto las empresas de transporte sometidas a la presión del mercado, a la posición de dominio de los cargadores, a las innumerables trabas burocráticas, a la desmesurada carga fiscal, agonizan.
Sí, el sector va mal, muy mal, pero sigue prestando sus valiosos servicios en la cadena logística, desde el abastecimiento de productos y materias primas hasta la entrega del producto al consumidor final, ya sea en su domicilio, en el lineal del supermercado, en el concesionario de automóviles, en el puesto de los periódicos, en la tienda de ropa o en la gasolinera.
Pero resulta que para el señor Ábalos esto no debe ser importante. Hasta que se pare.
Manuel Pérezcarro Martín | Secretario General FROET
—– Artículo publicado en la Revista FROET En Ruta nº 252 | MARZO 2020 —–